Me crié con leche de fórmula, a mi madre le dijo el pediatra que yo no comía porque su leche era mala. Ella fue una de esas mujeres a las que amamantar le dolía terriblemente y se ponía una toalla en la boca para pasar el trance. A nosotras, la falta de herramientas, el desconocimiento social y los malos consejos médicos nos arrebataron la lactancia, al igual que a tantas madres y tantos bebés de nuestra generación nacidos cuando el biberón era lo bueno y a la teta se la miraba mal.
Las cosas han ido cambiando poco a poco, gracias a la evidencia científica que apunta a la lactancia materna como el mejor alimento para los bebés, gracias a organismos como  la OMS que la recomiendan en exclusiva hasta los 6 meses y por supuesto gracias a asesoras de lactancia, IBCLCs y al esfuerzo de muchísimas mujeres que  han creado grupos de apoyo para dar soporte desinteresado a las mamás, a falta de un personal sanitario que (salvo honrosas excepciones, que las hay, y cada vez más) deja bastante que desear en cuanto a conocimientos sobre lactancia materna.
 
Ese desconocimiento tanto en las mamás que han perdido la tribu y han de criar a sus hijos solas en su piso, quizás sin haber visto amamantar nunca antes, como en los primeros referentes a los que acuden cuando les surge un problema: los pediatras, matronas o personal de enfermería, son el caldo de cultivo perfecto para que arraiguen las estudiadas y agresivas campañas de marketing en las que las grandes marcas de leche de fórmula  invierten grandes sumas de dinero.

Es cierto, hemos avanzado mucho en los últimos 40 años, pero todavía queda muchísimo camino por recorrer. Es triste tener que normalizar lo que en sí mismo es ‘lo normal y natural’ como mamíferos que somos, pero así es la sociedad ambigua en la que vivimos, en la que todavía se expulsa a mujeres de establecimientos por amamantar en público, o se censuran fotos de pechos en las redes sociales como si fuera algo de lo que hubiera que avergonzarse.

Estos días conocía la noticia de que Facebook ha censurado a la artista visual Isa Sanz, que trabaja en el proyecto Alma Mater Mundi, con el que tiene intención de crear una red mundial de mujeres de diferentes culturas amamantando, mostrando con sus retratos, el poder femenino de alimentar a otro ser con el propio cuerpo’.  La red social  ha inhabilitado permanentemente las cuentas de la artista  por considerar que su contenido es inapropiado por mostrar desnudos. Hasta ese punto llega la hipocresía, los pechos de las mujeres son una útil estrategia para vender a través de su carácter sexual pero los reprobamos y censuramos cuando se muestran en su función maternal. 

Me encantaría que todas las madres se sintieran libres de amamantar y de mostrar, si así lo desean la belleza de la lactancia y la redondez de sus pechos dónde y cuando quieran ellas y sus bebés, sólo así haremos de la lactancia algo cotidiano y natural para que nuestros hijos así lo vivan cuando sean padres.

Comparto el enlace a la campaña en change.org donde se recogen firmas contra la censura sufrida por Isa Sanz y a un artículo con información valiosa para saber cómo actuar si te expulsan de algún establecimiento  por amamantar.

¡Feliz fin de semana!