Esta noche como tantas otras, Ximo me observa, viene corriendo cuando ve que apago la luz, se acurruca junto a mi abrazándome con sus patas y ronronea hasta que nos dormimos. Este ritual sagrado gatuno no ha variado desde que le recogí de la calle cuando aún no levantaba ni un palmo del suelo y no ha cambiado tampoco durante mi embarazo. Supongo que muchos se llevarán las manos a la cabeza porque a pesar de la gran cantidad de información de la que disponemos, los pobres gatos siguen estigmatizados por culpa de la toxoplasmosis, pagan nuestro desconocimiento y exceso de celo en forma de abandono y perdida de un hogar estable sin estar realmente justificado.

Cuando decidí adoptar a Ximo y lo llevé al veterinario, lo primero que hizo fue preguntarme que haría en caso de quedarme embarazada, aquello me descolocó, porque por aquel entonces eso no formaba parte de mis planes, pero siempre he tenido claro que los animales que me han acompañado a lo largo de mi vida no han sido mascotas, ni juguetes temporales con los que entretenerme en las épocas que me venía bien, han sido parte de mi familia, y nunca me desharía de un miembro de la manada para dar la bienvenida a otro, así se lo expliqué. 

Se veía al hombre bastante enfadado, debía haber presenciado varios abandonos y estaba indignado con la actitud de los ginecólogos que daban consejos sobre los gatos sin saber. Así fue como me explicó que con sentido común y unas normas de higiene razonables era francamente difícil que el animal nos transmitiera la toxoplasmosis. 

La primera condición para el contagio es que  el animal sea portador de la enfermedad, en el caso de serlo, la forma de transmisión es a través de las heces y cuando éstas permanecen en el arenero más de tres días. Además tendríamos que tocar las heces con las manos y sin lavarlas  acercárnoslas a nariz o boca. Vamos una serie de circunstancias no imposibles pero sí bastante improbables.

En mi caso, no he pasado la toxoplasmosis por lo que entré en el grupo de mujeres que deben tener cuidado con la alimentación y los gatos. He evitado los alimentos crudos y los quesos no pasteurizados. Soy vegetariana así que no ha  sido un drama dejar los embutidos, he lavado bien las frutas y verduras y  he preferido no comerlas crudas fuera de casa al desconocer su grado de limpieza. También hay que tener cuidado con la tierra, debiendo usar guantes en caso de realizar labores de jardinería.

Con respecto a Ximo la limpieza diaria  del arenero ha pasado a formar parte de las tareas de mi pareja, y cuando él ha estado de viaje lo he hecho yo, con la paleta que he usado siempre y unos guantes, me he lavado bien las manos como de costumbre y eso ha sido todo.  He seguido disfrutando de los abrazos, juegos y ronroneos de mi gato y a él no le ha faltado el cariño y la atención de su familia. 

Mis consejos si estas embarazada, tienes gato y no has pasado la toxoplasmosis:

1. Consulta al veterinario,  es la persona que mejor puede asesorarte sobre los riesgos y como evitarlos. Tener información de primera mano hará que te sientas más confiada con la situación.

2. Delega la limpieza del arenero en algún familiar y si no puede ser, usa una paleta, guantes, lávate muy bien las manos y sigue  disfrutando de tu gato.

A los ginecólogos les diría que informen a las mujeres de los riesgos para que puedan evitarlos pero sin confundir o alarmar, en muchos casos creo que no tienen conciencia de la influencia de sus palabras y de que éstas pueden provocar que los animales acaben abandonados o sacrificados. 

A aquel veterinario que me echó la bronca aquel día porque dio la casualidad que yo pasaba por allí, le estoy profundamente agradecida por la información tan valiosa que me ofreció y que yo a su vez he transmitido a todo aquel que se ha sorprendido porque tengo gato y estoy embarazada.