Glastonbury Goddess Temple |
Fruto del azar o de la magia del universo, mi reencuentro con la energía femenina no pudo tener una fecha más propicia, el solsticio de verano y un escenario más bucólico, Glastonbury, tierra de mitos, leyendas y druidesas. En en ese momento y en ese lugar sentí a la Diosa.
Aspirando aroma a incienso y bajo la luz de velas y ofrendas descubrí su Altar en un templo custodiado por las sacerdotisas de Avalon. Me postré ante su fortaleza y su delicada energía, sentí la abundancia y la fertilidad que emanaba de cada uno de los rincones y allí bajo su cobijo, protegida por un círculo de telas de colores, que representaban el útero materno, me di cuenta de mi profunda desconexión con la energía femenina de la que hasta ese momento no había sido consciente y disfruté del reencuentro y de su abrazo, que sentí como el de una madre a una hija que regresa al hogar tras una larga ausencia.
Recuerdo no querer salir de allí, por fin me sentía en casa tras mucho tiempo de un vacío vivido sin conciencia, pero percibí que era igual estar en el templo o fuera de él, la Diosa, Gaia, estaba y era Todo, los mares, las montañas, las estaciones, los hombres, los animales, la tierra, los frutos y cosechas. Yo formaba parte de eso, yo también era la Diosa y ofrecí y sentí mi útero como una extensión del útero de la Madre Tierra.
Semanas después supe que iba a ser mamá, no sé si ese profundo reencuentro con mi energía femenina fue provocado por el embarazo o sucedió antes de éste, pero fue el primer aviso que recibí de la importancia de retomar mi poder, de que todas retomemos nuestro poder como mujeres.