Hace unos meses hablaba con una mamá reciente que me contaba como vivió el nacimiento de su hijo, me dijo que su pareja no quería estar en el paritorio, aunque finalmente se decidió a hacerlo y lo vivió con mucha emoción. Me llamó la atención el comentario que vino después ‘realmente da igual porque en esos momentos estás tú sola’. Esa frase me dejó reflexionando un rato.
Para mi no es igual, no me he sentido sola ni un sólo instante en el embarazo y no creo que me vaya a sentir así en el momento del parto. Nada hubiera sido igual sin el apoyo y amor constante de mi pareja, sin sus cuidados, paciencia y mimos, sin esa sensación de equipo, de complicidad, de estar juntos en esto pase lo que pase. Inimaginable la posibilidad de dar a luz sin que me abrace cuando las fuerzas flaqueen o que nazca el peque y no esté allí para recibirlo. Soy consciente de que esto no es siempre así y me siento muy afortunada por poder vivirlo con él.
Me doy cuenta de lo importante que son los papás en todo el proceso aunque los pobres quedan relegados a un modestísimo segundo plano. Las mujeres llevamos el peso físico, emocional y energético del embarazo, que es bastante, pero los hombres también llevan esa carga de emociones y energías con ellos, y aunque todos preguntan cómo se encuentra el bebé y la mamá, pocos lo hacen por el papá.
Ellos también sufren una transformación, nacen como padres y estoy segura de que lidian con sus miedos y preocupaciones, en muchos casos en silencio, sin ni siquiera desahogarse.
Gracias a todos los papás y en especial gracias al papá de Álex por ser y estar con nosotros y por hacer que cada día sea San Valentín. ¡Te queremos muchísimo!